-
Arquitecto: Juan Almarza Anwandter
- Área: 250 m²
- Año: 2013
-
Fotógrafo:Cortesía de Juan Almarza Anwandter
“La emoción procede de la arquitectura simple, legible; los espíritus necesitan que las cosas sean legibles. Y una arquitectura que revela su constitución, del mismo modo que un ser humano revela su constitución, revela a la vez sus objetivos, y todo ello sin camuflaje y, sobre todo, sin artificios (…) en mi opinión, esa honestidad es ante todo técnica..."
Jean Prouvé
La cita anterior resume la voluntad esencial que da forma a esta Obra. El caso programático es relativamente simple: segunda vivienda, Cachagua, en la costa Chilena, un sitio de 5000 m2 con amplio dominio del horizonte y sus vistas lejanas, cierta disponibilidad de recursos económicos, y unos clientes con mucha sensibilidad estética. Simpleza y claridad en la resolución formal son sus requerimientos a priori, convergentes con mi propia sensibilidad. El programa debía incluir zonas diferenciadas para adultos y niños.
Se opta por un partido simétrico, estructurado en base a dos ejes, uno longitudinal Norte-Sur, que abarca el ancho del terreno en 45 mts, y uno transversal a favor de la pendiente, constituido por el acceso principal. Este eje es convergente con las zonas públicas de la casa, las cuales dividen el programa en los dos polos requeridos de adultos y niños.
La fachada poniente se abre a una gran terraza que se extiende a lo largo del total del volumen, constituyendo una suerte de “pasarela de modas”: la intención es destacar el cuerpo, que pasea y deambula a lo largo de este plano horizontal neto, recortándose contra el horizonte del mar. El cuerpo que se despliega en gestos de ocio, en “escenas de distensión”, ora reclinándose en tumbonas, ora ingresando lentamente a la piscina…o, quizá, indicando algún punto que se desvanece en el horizonte. Un barco, una nube, un ave que migra. En esta imagen objetivo resuenan muchas referencias cinematográficas y literarias que me son valiosas, específicamente las películas de Michelangelo Antonioni, la escena final de “Muerte en Venecia”, de Visconti, y algunos textos de Roland Barthes…se trata en definitiva de entender la arquitectura como el espacio vital que da cabida no solo a meras acciones cotidianas, sino a Actos, plenos de sentido, elegancia y distinción, enmarcados por espacios sobrios y austeros.